viernes, 11 de diciembre de 2015

El poder transformador del arte



Una amiga mía, Alice Smith, trabajó durante años como regidora y coach de actores en el American Conservatory Theatre de San Francisco. En 1989 se ofreció como voluntaria para gestionar una producción en la prisión de San Quintín de Esperando a Godot, "la esencial tragedia existencial". El elenco y equipo fueron todos reclusos condenados a cadena perpetua, afroamericanos, que aportaron una autenticidad asombrosa a la pieza. Beckett dijo: "Vi las raíces de mi obra!"

Por supuesto el contexto cruel del montaje intensificó el significado de la espera. Y la historia personal de los actores transformó la cadencia y los silencios de la obra. La producción fue descrita como intensamente vital, en la cual las palabras de Beckett "separaron a los actores de la nada".

En un capítulo de Directing Beckett, Lois Oppenheimer entrevista al director sueco de esa producción, Jan Jonson, quien describe algo del proceso de creación del espectáculo. Para el escenario utilizó una piedra de la muralla de la prisión y un árbol muerto encontrado en el jardín que parecía una figura de Giacometti.

Jonson describe la noche del estreno en el gimnasio de la prisión, la audiencia compuesta por funcionarios de la prisión, familia y amigos, todos rodeados de guardias armados:
"... Al final de la obra Twin y Happy [los actores que interpretan a Vladimir y Estragon] estaban de pie ante ese árbol. Happy pregunta a Twin, '¿Por qué no nos ahorcamos?' Y Twin responde: '¿Con qué?' Dice Happy, 'No tienes cuerda?' Él está de pie allí preguntando a su mejor amigo si deben colgarse. Les dije que hablaran el uno al otro como si estuvieran charlando en una calle de Watts. Luego Happy dice a su mejor amigo, 'Y si viene?' Lo que está diciendo es: ¿Qué haremos si el Departamento de Correcciones abre las puertas y estamos a salvo? Así que se enfrenta el director del Departamento de Prisiones, y sonríe y dice: 'Entonces estamos a salvo.' Eso fue mi regalo a Sam Beckett. Le di eso. La producción era para él y para nosotros y el público. Y entonces me acerqué al escenario y entregué a cada uno de los actores una rosa roja.
"Después de la actuación, mientras yo estaba recogiendo, unos guardias aparecieron y pusieron los hombres contra la pared y les hizo desnudarse. Vi a estos chicos de pie totalmente desnudos, y fue un shock. Con guantes de plástico los guardias empezaron a meter mano por todo el cuerpo buscando droga. Empecé a gritar, ¿Pero qué hacéis?
"Encima de cada pila de ropa había la rosa roja. Spoon estaba allí de pie, y cuando un guardia se acercó a él por detrás le dijo, 'Tienes mi cuerpo, pero no mi alma.' "


Ahora, mi amiga Alice informa que debido a que California ha estado llenando sus cárceles con jóvenes afroamericanos y latinos a un ritmo alarmante, algunos de los presos en cadena perpetua con buen comportamiento consiguieron la libertad. Todos los hombres que participaron en la obra han sido excarcelados en los últimos años. Y se reunieron con Jan Jonson para volver a montar Esperando a Godot en libertad. El año pasado la representaron en Los Ángeles: dos actuaciones en el Actors Studio y uno en un gimnasio en Watts (la comunidad de donde vienen dos de los hombres).

Alice dice: "El fin de semana fue increíble e inspirador. Primero Jan habló sobre el trabajo que todos hicimos juntos, y después presentó a los chicos. Hablaron sobre su vida - lo que los llevó a la cárcel y la manera en que comenzaron a transformar sus vidas a través del poder de la obra de Beckett. Reconocieron a sí mismos en el texto. Increíble - uno de los chicos de Watts tenía sólo un nivel de lectura de primario. Aprendió a leer haciendo la obra y se interesó por su propia educación después de esa experiencia - quedó fascinado por el poder del lenguaje. Todos fueron cambiados por la maestría y la humanidad de Beckett! ¡Nunca subestimes el poder transformador del arte!".

Lee más en el libro de Spoon Jackson: By Heart: Poetry, Prison, and Two Lives

Y Directing Beckett de Lois Oppenheimer

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